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Orígenes de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País

por Montserrat Gárate Ojanguren

Los orígenes de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, fundada en 1764, fueron las tertulias que se celebraban en el palacio de Intsausti, en Azkoitia, bajo el impulso del conde de Peñaflorida, Xavier Mª de Munibe. A este grupo de ilustrados y especialmente a Peñaflorida, se debe la elaboración del Plan de una Sociedad económica o academia de agricultura, ciencias y artes útiles y comercio, presentado en la Juntas Generales de Gipuzkoa, en 1763, consecuencia del interés que mostraron sus redactores por el fomento de la economía de su entorno. De ahí que a Peñaflorida se le considere como el fundador de lo que sería la Real Sociedad Bascongada, aunque no fuera el único.

Símbolo

Un año más tarde de presentado el Plan, el proyecto ilustrado guipuzcoano lograba aunar a las tres Provincias Vascongadas para fundar la primera sociedad ilustrada en España. Esta unión quedó simbolizada por tres manos unidas (irurac bat), representadas en su origen en un grabado de Salvador Carmona, y que hoy, después de 250 años, sigue presidiendo la vida de la institución. La finalidad de la Sociedad venía expresada en el artículo 1º de sus estatutos: “cultivar la inclinación y el gusto de la Nación Bascongada hacia las Ciencias, Bellas Letras y Artes, corregir y pulir sus costumbres, desterrar el ocio y sus funestas consecuencias y estrechar más la unión de las tres Provincias de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, y de todo el País Vasco”.

Seminario de Bergara

Una de las realizaciones más representativas de la Sociedad en su primera etapa fue la fundación del Real Seminario de Bergara en 1776, entidad pionera en investigación y docencia en el País Vasco. En 1778, se inauguró su laboratorio de química, en donde, en 1783, se logró aislar un nuevo metal, el wolframio, gracias a la labor de Juan José y Fausto de Elhuyar, profesores del Seminario. Asimismo, para el desarrollo de las cátedras de Química y Metalurgia, se contrató a profesores de prestigio (el físico Chabaneau, el químico Proust o el minerólogo Thunborg). También se cuidó de que algunos miembros de la Bascongada se formaran en el extranjero, para que luego pudieran incorporarse al Seminario como docentes. A él acudieron alumnos de distintas procedencias. Es notable la presencia de alumnos de Ultramar. Del centenar de ellos, destacan los alumnos procedentes de Cuba (31) seguidos de los mejicanos (21) y del área de Perú (13).

Tipos de socios

En sus orígenes, la Sociedad contó con varias categorías de socios: los numerarios (8 por cada provincia) y los supernumerarios y beneméritos. En la actualidad, los nuevos estatutos han eliminado el numerus clausus de los primeros. Además, fueron numerosos los socios extranjeros, tanto de Europa como de América, personajes en general de relevancia en los ámbitos de la jurisprudencia, diplomacia, ciencia, literatura o economía.

La presencia de los socios franceses destaca sobre los demás socios europeos. En ella figuran aquellos que sobresalieron por sus aportaciones en el campo de la metalurgia y química (Grignon, Rouelle, D’Arcet, Daubenton, Guyton de Morveau, Fourcroy, Vauquelin, etc.). Pero sin duda, la presencia de socios mejicanos fue la más importante, contándose, en 1775, con más de 500, de los 868 socios que tenía la Sociedad en Madrid, Cádiz, Sevilla, América y Filipinas.

Etapas

A lo largo de los años, la Sociedad con 250 años de historia, ha conocido tres etapas.

La primera se corresponde con los primeros años, desde su fundación en 1764, hasta comienzos del siglo XIX. Fallecido el Conde de Peñaflorida en 1785, tanto el Seminario de Bergara como la propia Sociedad, conocieron unos años de postración, aunque no llegaran a desaparecer ambas instituciones. Los conflictos políticos de los primeros lustros del XIX, llevaron a que la Sociedad estuviera prácticamente desaparecida. Si bien la institución educativa de Bergara continuó funcionando con distintos nombres y objetivos, no ocurrió lo mismo con la Sociedad.

Hubo que esperar a finales del XIX, para que de nuevo, un grupo de vascongados recuperara el espíritu de los pioneros para hacer resurgir a la Sociedad, siguiendo los mismos principios de los ilustrados, pero atendiendo a las circunstancias del momento. Este periodo se conoce como la segunda etapa de la Real Sociedad Bascongada.

De nuevo, durante los años 30 del siglo XX, la actividad de la Sociedad decayó. No fue hasta 1943, cuando la Real Sociedad Bascongada, resurgió con cierto ímpetu, tras una reunión celebrada en la casa de José Mª de Areilza. El objetivo de la reunión no era otro que dar nueva savia y vida a la Sociedad, porque en el siglo XX, correspondía a los Amigos del País, en palabras del entonces Conde de Motrico “salvar la cultura de las embestidas del tiempo y de la indiferencia de las gentes”; en una palabra, actualizar el pensamiento de Munibe, situándolo en los tiempos en que vivimos.

Actualidad

A partir de entonces, la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País ha mantenido su actividad hasta nuestros días, de acuerdo con los fines primitivos, pero con una puesta al día de los propios estatutos y objetivos. El número de socios numerarios, restringido en sus orígenes a ocho por cada una de las tres provincias, ha desaparecido por el interés de que puedan incorporarse aquellas personan de probado mérito.

Su estructura organizativa se articula mediante tres comisiones, una por cada provincia vasca, cuyas juntas rectoras se eligen cada tres años. Además cuenta con la Junta de Gobierno, que bajo la presidencia del director de la Sociedad, es el órgano que representa a toda la Sociedad. Su presidencia la ostenta el director que es designado cada tres años.

En la actualidad, la Real Sociedad Bascongada, además de las comisiones en cada una de las provincias, tiene dos delegaciones: la Delegación en Corte, tal y como fue concebida en sus orígenes, y la otra en Méjico, dada la importancia también hoy como en el siglo XVIII, de los socios en aquel país.

Artículo original en bascongada.eus