Poesía de Isabel Montero Garrido
Al puerto de mi vida.
Éxodo en el Orient Expréss
Viajo en el Orient Expréss, railes ciegos atraviesan el puerto
sujetos por traviesas de cemento gris-metal.
Vago sentada en la madera, tren viejo del puerto,
Recuerdo que araña el vientre solitario frente al gris-mar.
Corro cuando el tren se detiene y recojo aquellos vendavales que rozaron mi cuerpo.
Quiero alcanzar un barco, aunque sea mercante, chatarra pervertida en dique muerto que detiene el mar.
Bajo del tren y no puedo
alcanzar la nave porque ya no está.
Cópula en el puerto.
En líquido-salado de olor a carburante, entro.
Buceo con las piernas atadas,
Retraigo tiempo de barcos atascados y encallados
arena fangosa, fondo mar.
Emerjo ahora enmudecida y diferente, sin alijo de tesoro-pirata,
Sometida por aguas apretadas.
Vuelvo al tren que circula por railes roñosos, traviesas gris-metal
ancladas en los muelles durante tanto tiempo.
Herrumbres
Agujero
Escarba la termita dentro del armario de cristal
hasta que encuentra un punto muerto.
Ciego.
Al final del túnel un pequeño socavón
negro y cerrado.
Hermético.
Un agujero con paredes de hierro y
palpa con sus manos, muros del pozo.
Negro.
Fuera es verano porque canta la cigarra
entre la hierba del acantilado.
Solo un barco echa el amarre en el puerto a pesar de todo.
Mundo
Derribar grúas de manos de hierro
y recoger la chatarra
que ellas cambian de lugar
y barrer el óxido del puerto.
Y hacer montañas en tinte de caoba,
eliminar la basura tóxica que necrosa cuerpos.
Vaciar barcos y raspar la herrumbre acumulada
en los costados.
Y arrollar, arrollar las cubiertas de popa a proa
para expulsar virutas hirientes de metal.
Enviar a cementerios anti-nucleares
en “containers” herméticos
los restos de morralla,
lejos del agua imberbe
y a la vez precoz
porque es agua que copula
que se aparea indolente con la marea de gasoil.
Y penetrar en los navíos, bajar a las bodegas umbrías,
vaciar barcos herrumbrosos,
mirar, mirar por la escotilla desde una rendija semi-abierta,
distinguir entonces el puesto de mando,
y ver como se dibuja un mundo.
Urgencia
Urge
urge que seas
urge que seas tú
urge que seas tú de nuevo
y urge que no te arrojes
urge que no te precipites en las rocas de la bocana del puerto
porque el agua embestiría y rodarías envuelta en espuma-ola, golpeada, rota.
Urge entonces, urge, sobre todo, apremia que no transites sobre amasijos de hierro.
Vuelve a caminar sobre la hierba que tapiza el borde del acantilado.
Vuelve sobre tus pasos.
Urge y como ves, urge.
La descomposición, la herrumbre de los puertos te llama la atención. A eso tan feo le has buscado su alma!!! ¡Aplausos!
Gracias María José, si es cierto de verdad, he puesto un alma grande a eso tan feo. Ver el proceso de la vida, las cosas que parecen feas o corrientes, asimilar los espacios y las situaciones, ver los procesos externos e internos donde los seres humanos caminan. Y dejar ser, o dejarse ser. Deseo poder darte un fuerte abrazo mañana.